Ahí iba Horacio,
en un vuelo con inicio y fin y turbulencias, muchas turbulencias.
Su mente parecía
estar destinada a volar y volar sin fecha de aterrizaje.
Entre nubes
pregunta tras pregunta atormentaba su viaje y entre árboles, ríos, mares y montañas no era distinto.
Un ser tan vacío
como un globo con un caliche. Imposible de llenar, difícil de parchar e
insignificante para tomarse la molestia de arreglarlo.
La diferencia es
que este globo con caliche sentía, hablaba, pensaba y sufría. Sobretodo eso, sufría, y al poseer todas estas cualidades también soñaba.
Como todos
fantaseaba con una vida mejor, con una realidad mejor, soñaba con poderse
inflar algún día y volar y hacer feliz a alguien hasta que llegue el día de
reventarse.
Soñar no cuesta
nada dicen algunos, pero tal vez algún día un sabio diga que soñar puede
costarte la vida y si no lo han dicho aún, entonces algún día un iluso soñador
empedernido lo afirmará.
No basta ser
soñador. Al soñador se le pasa la vida, se estanca, pierde la existencia enamorado de sus sueños. Entre ilusiones y
fantasías, entre riquezas imaginarias y amores imposibles el reloj de arena
hace su trabajo y el soñador termina
hundiéndose consumido en el tiempo.
Se necesita ser
hacedor, no hay garantía de éxito y felicidad, pero si hay garantía de saber
acerca de que ocurre con el famoso “¿Qué pasaría si es que?”. Y aunque tal vez no
todos valoren la importancia de eso, libera el alma saber ese pequeño
detalle. En definitiva ser hacedor es de
valientes y de locos locoo locoo locoooooo
- ü ¡Ehh que! ¿Qué paso?
- § ¡Hasta que despertaste Horacio! ¡Ya vamos tarde al colegio, apúrate loco!
- ü Hoy me le declaro a Leticia. ¡El globo se infla porque se infla!
Gran microcuento loco, sigue asi, adelante
ResponderBorrarHacer para ser como dicen por ahí... Gran trabajo felicitaciones
ResponderBorrarEse Horacio es mi pana, de ley la Leticia le dice que si! jajajajja excelente microcuento.
ResponderBorrarMi microcuento favorito 😍
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